jueves, 23 de junio de 2011

La Choza de Don Daniel

- Claro que lo recuerdo!, aunque era chica lo recuerdo bien.
Días antes de San Juan, comenzaron los temblores. Todavía no sabían por donde saldría la lava, pero el olor a azufre de un volcán cercano, ya asustaba a todos. La gente tenía miedo a dormir en sus casas por si una de esas sacudidas les tiraba el techo encima; así que cada noche, cogíamos los matules y nos íbamos a la choza de Don Daniel.

No sé bien cuantas chozas más habrían por la zona- de eso si que no me acuerdo- nosotros íbamos a la de Daniel “Chacón”. Estaba cerca de la iglesia, en una huerta. Allí nos juntábamos varios vecinos para pasar las noches. Por el día, cada uno volvía a sus labores y a sus casas.

La Choza cogía toda la huerta y estaba hecha de badanas y sábanas. En el suelo había paja y unas mantas que nos servían de colchones, los que éramos chicos dormíamos sin problema; mientras, algunos padres se quedaban vigilando. Antes de dormir, nos daban unos pañuelos empapados en vinagre para que no nos hiciera daño el azufre. Ese olor era tan fuerte que sin vinagre la gente que tenía asma, se asfixiaba.

Una noche me desperté para orinar con el reflejo de la luna llena, y al volver con mi madre, tumbé una de las botellas de vinagre que ponían por toda la choza. Menos mal que nadie se dio cuenta!...

Días después, todos los vecinos nos tuvimos que marchar. La lava ya estaba bajando y venía hacia Las Manchas. De madrugada mis padres recogieron todo, quitaron las puertas de la casa, los muebles y todos en un camión nos fuimos a Los Llanos.


Matules: bultos con los enseres de primera necesidad.
Badanas: Hojas y tiras de tallos secos de plataneras.